Saltar al contenido

El monstruo del aire

 

Vídeo cuento infantil para trabajar los miedos.

Esta historia trata del miedo a lo desconocido personificado en un monstruo, un ser que no reconocemos, no comprendemos y que nos aterroriza.

Este cuento puede hacernos reflexionar tanto a niños como a mayores sobre cuáles son nuestros miedos, de dónde vienen y si siempre están justificados.

Espero que lo disfrutes.

animacion gif

 

Si te apetece saborearlo más despacito, aquí puedes descargar el texto:

El monstruo del aire

 

EL MONSTRUO DEL AIRE

A pesar de que la tarde era tibia y soleada de pronto sintió un escalorfrío que le recorría todo el cuerpo.

  • Abuela –preguntó mirando temerosa a lo alto-, ¿qué es esa cosa tan grande y tan rara que vuela allí arriba? ¿es un dragón?

La abuela rio suavemente y con su voz cascada respondió:

  • Los dragones no existen, cariño, son seres imaginarios.

A continuación dirigió la vista hacia donde señalaba la pequeña y se encogió de hombros:

  • ¡Ah, eso! Es “el monstruo del aire” –respondió sin dejar de avanzar.
  • ¡Me da miedo, abuela! –exclamó.
  • No te asustes –la tranquilizó-. No tenemos nada que temer mientras no nos crucemos en su camino.
  • Pero es que hace mucho ruido.
  • Sí, yo creo que es una especie de aviso para que nadie se le
  • ¿Y por qué? –preguntó sorprendida a su abuela.
  • Pues porque los monstruos del aire tienen fama de estar siempre enfadados.
  • ¿Los monstruos, dices? –se alarmó la pequeña. Y temblando preguntó-: ¿Es que hay más de uno entonces?
  • Sí, cariño, pero suelen volar solos, como ese.
  • ¿Y por qué no se juntan para volar? ¿Es que no van al mismo sitio?
  • Sinceramente no lo sé –respondió pensativa la abuela-. Quizás estén enfadados entre ellos, ya te digo que tienen muy mal humor.

Durante un rato continuaron en silencio, pero una extraña mezcla de curiosidad y miedo la empujó a seguir preguntando:

  • ¿Y los has visto de cerca alguna vez?
  • Sí, en una ocasión, hace muchos años me encontré con uno –recordó la abuela estremeciéndose con solo oensarlo-. Estaba distraída y no lo vi venir. De pronto oí ese ruido infernal que me aturdía y me vi envuelta en el apestoso olor que deja a su paso. ¡Casi no lo cuento! Tuve el tiempo justo de apartarme antes de que fuera demasiado tarde.
  • ¡Ay abuela, qué miedo!
  • ¡Eso pasó hace mucho! –respondió la abuela quitándole importancia. Y sonriendo añadió-: además aquello me sirvió para aprender a estar atenta y evitar a esos demonios voladores.
  • ¿Y siempre han estado ahí arriba?
  • Mmm…, déjame pensar –respondió entrecerrando los ojos para recordar mejor-. A mí me contó mi abuela cuando yo era joven que no habían existido siempre, que los primeros aparecieron en tiempos de la tatarabuela, y desde entonces cada año hay más. Pero después de tanto tiempo siguen sin relacionarse con nadie.
  • Son muy raros, ¿verdad?
  • Sí, lo son.
  • ¿Y no tienen plumas?
  • No, no se trata tampoco de un tipo de ave.

Su abuela sabía un montón de cosas porque había vivido mucho. Era la mejor maestra que podía tener, de su mano había aprendido algunas de las cosas más importantes: Su abuela había estado allí cuando dio sus primeros pasos. Ella la enseñó a nadar y a orientarse por la posición del sol; también a distinguir los tipos de viento y además le contaba historias increíbles. Y aún le quedaban muchas cosas que aprender de ella.

  • Abuela, estoy cansada.
  • Yo también, cielo. ¿Qué te parece si descansamos allí, cerca del lago?

Se detuvieron a la orilla y se dejaron caer en una pradera, que brillaba verde y dorada bajo los últimos rayos del sol de la tarde.

  • Qué bien se está aquí! –exclamó con un suspiro de alivio que borraba todo el cansancio de día. Elegir los lugares más bonitos para descansar era otra de las cosas que su abuela hacía mejor que nadie.
  • ¡A que sí! –respondió haciéndole una caricia.

Después de reponer fuerzas dijo a su nieta:

  • Cierra los ojos y descansa, cariño. Mañana tenemos que ponernos de nuevo en marcha hacia el sur.

Ella, bostezando, protestó:

  • Es que quiero que me cuentes más cosas sobre esos monstruos del aire: ¿cómo es que son tan grandes? ¿por qué no mueven las alas? ¿por qué les sale humo de la cola, se están quemando? ¿Por qué dejan una estela de humo blanco en el cielo? ¿y por… qué…?

La abuela sonriendo, ahuecó las plumas del ala para acurrucar bajo ella a su nieta y con el pico acarició su cabeza.

Cuando el sueño llegó las encontró a las dos dormidas.

***************************************************

 

Este vídeo cuento infantil está dirigido a todas las abuelas que acompañan a sus nietos en su aventura vital. Gracias a todas. 🧓🏻También a los abuelos. 👨🏼‍🦳

Otras historias para reflexionar en familia aquí.

Y por si os gustan los cuentos de abuelas os dejo este vídeo de Beatriz Montero.

 

 

4 comentarios en «El monstruo del aire»

  1. Almudena Susacasa Tardío

    Me encantó tienes don para enganchar juegas con la imaginación y sobre todo sabes crear expectativa para una siguiente narración.Enhorabuena..
    Un saludo desde Libros Alelí

    1. Muchas gracias de corazón.
      El tuyo es el primer comentario que recibo y por eso es muy especial. Además me anima a seguir en esta aventura.
      Un abrazo.

  2. Está muy bien para mostrar qué es un miedo real (aquel que surge si caminamos al borde de un precipicio) y uno imaginario. El real nos protege, el imaginario nos impide crecer. Muchas gracias Cuentitis. Eres una fantástica contadora de historias.

    1. Me alegra que te guste. Eso es justo lo que quería mostrar. También señalar que el miedo puede ser relativo. En el cuento hay algo peligroso y desconocido que justifica el miedo de las protagonistas, mientras que a nosotros nos resulta inocuo. ¡Muchas gracias por tu valiosa aportación! 😉

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *